Erase, una vez, en Gran Bretaña, un músico que lo tenía todo, excepto la música, a el le daba vergüenza, ir por la vida siendo músico y no saber tocar ni un instrumento. Así que ese tal músico llamado: Don Eustaqueo Farsante Burlón, tenía un truco para ir a sus óperas, llevarse todo el mérito y no copiar otras sinfonías.
Lo que hacía era que un amigo suyo que era un actor, muy conocido: Segovio Entrometido Sin Vergüenza, que le ayudaba, por no decir que el hacía todo el trabajo, disfrazándose de el y mientras que fingía que hacía la ópera, un caset le reproducía la música . Así que un día a Eustaqueo le contrataron para hacer una ópera en Las islas Canarias. Le pidió a Segovio que fingiese la ópera, pero le dijo que estaba haciendo una película de La guerra de las Galaxias. Eustaqueo estaba desconsolado, si el fuese lo estropearía todo y se iría al traste. Llegó la noche del espectáculo, y Eustaqueo estaba sudando como un pollo, no podía creer lo que veía en sus ojos, un auditorio lleno de gente, claro como el nunca había echo ni una ópera pues le resultaba un poco incomodo ver a toda esa gente sentada aclamándole. Cuando llegó la hora salio al escenario y se puso tan rojo como un tomate que se desmayó, pues, después de todo Segovio reconoció que le había sobornado y que el no tenía la culpa, así que Segovio tuvo que pagar una multa de 1.000.000 $ y además a Eustaqueó le condenaron 1 minuto de cárcel, por no decírselo a la policía
Muy bien ,Celia.Ya veo que sigues escribiendo.Es muy curiosa la historia que has contado.Sigue adelante. Un abrazo, Pilar.
ResponderEliminargracias
EliminarCelia me encanta tu cuento. Lo he leído tres veces y te felicito. ¡Sigue con tu blog!
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarHABER SI SE METEN EN MI BLOGGER MAS DE CLASE
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